El analfabeto emocional es uno de los grandes desconocidos de la sociedad. Pero no lo es por el hecho de que no conozcas a muchos. Simplemente, se trata de un perfil que en ocasiones no identificas concretamente con alguna persona o incluso contigo misma.
Por eso, es bueno repasar las características por las que va a ser reconocible un analfabeto emocional. Y lo primero que hay que señalar es que no se trata de una persona carente de emociones.
No es el típico perfil frío y calculador, familiar para tanta gente y que seguro que existe en tu grupo de amigas. Este tipo de gente, simplemente, maneja sus emociones de una manera determinada, que te puede gustar más o menos, pero no es analfabeta emocional.
Hay, por otro lado, personas que cuentan con una gran cualificación intelectual o profesional, pero eso no significa que tengan el mismo tino a la hora de interpretar sus propias emociones. La inteligencia emocional, ese concepto que definió Daniel Goleman, no depende de los títulos académicos o los éxitos en el mundo del trabajo.
Aunque tampoco has de equivocarte, ya que leer buenas referencias, como las que estás revisando en este texto, siempre ayuda a que te puedas repensar. Haz la prueba de analizar si tienes alguno de los problemas que se comentan en este artículo.
Este examen de conciencia va a ser importante para evaluar si puedes estar incurriendo en algunas de las actitudes propias de los analfabetos emocionales.
¿Qué caracteriza a un analfabeto emocional?
Un analfabeto emocional muestra sus sensaciones, aunque estas pueden llegar a ser un tanto desconcertantes. De ahí que en ocasiones le cueste integrarse o plantee inconvenientes de convivencia a quienes se cruzan con él.
Lo que sucede es que tiene grandes dificultades para gestionar las emociones. Experimenta las mismas que todos los demás (alegría, tristeza, rabia, ilusión, etc.), pero no las asume de la misma manera.
Este desconcierto le genera un importante desgaste emocional, lo cual va a hacer que sus sentimientos acaben sublimándose o manifestándose por otras vías, que siempre va a resultar más peligroso.
Si los excesos asociados al analfabetismo emocional se enquistan, quien los genera puede ir sumiéndose en un pozo similar al que plasman los cuadros propios de las depresiones. Este es el último estadio de gravedad de esta problemática.
De esta forma, puede ser normal que una persona con un alto coeficiente intelectual y triunfos empresariales padezca algunas dificultades en el plano social. Se trata, entre otras, de complicaciones de comunicación y relación.
Les cuesta hablar en público, cogen miedo a determinadas situaciones que son normales para los demás, se muestran incapaces de liderar cualquier proyecto, no salen de su zona de confort en el ámbito de las relaciones sociales, etc.
Y no se trata, por otro lado, de personas que carezcan de empatía o no sepan emocionarse por lo que le pasa al resto. Simplemente, no son capaces de entender sus propias emociones en determinados contextos.
Revierte un posible analfabetismo emocional
Nadie suele ser un analfabeto emocional de pies a cabeza, lo que quiere decir que todo el mundo es susceptible de tener comportamientos que puedan remitirse a esta clase de perfiles. Lo inteligente es informarse sobre estas conductas para saber mantenerlas a raya.
Pero no te asustes. Lo que significa el trasfondo del anterior párrafo es que siempre estás a tiempo de cambiar las actitudes propias del analfabetismo emocional. La clave es aprender de tus experiencias para lograr dominar tu mente cada vez mejor.
Si no lo haces, puedes correr el riesgo de caer en actitudes tan negativas como el narcisismo, el pensamiento polarizado, la desgana y otros trastornos que no van a traer nada bueno para tu vida particular y social.
Por ejemplo, toma nota de algunas situaciones que puedes haber sentido en tu vida o visto en tus círculos cercanos. Hay gente que no sabe decir que no a nada y siempre acaba postrándose a las decisiones de los demás, que es algo que suele hacer para evitar los conflictos.
Otra manera de proceder digna de un analfabeto funcional es la que se caracteriza por ser demasiado permeable a las emociones de los demás. De tal manera que estas acaban influyendo de un modo determinante en la vida. Y, como afectan realmente, condicionan a la hora de actuar en determinados momentos, lo que supone un importante freno a la autonomía personal.
Por último, otro fallo típico es el de sentirse, como sucede con los niños de tres años, el ombligo del mundo. Se divide el mundo entre quienes están a favor y en contra de uno, lo que va a propiciar numerosas frustraciones. La empatía de entender que los demás también tienen intereses es fundamental para superar estas contradicciones.
En definitiva, si crees que puedes estar cayendo en errores propios de un analfabeto funcional, pon de tu parte para solucionarlos. ¡Estás a tiempo!