Muchos de los usuarios de nuestra página de Internet, fervientes lectores de los artículos de nuestro blog nos escriben asiduamente y a veces nos comentan sus experiencias a la hora de meditar con la meditación dinámica y la meditación pasiva. Algunos refieren que meditando se han quedado profundamente dormidos y alegan que la práctica meditativa los ha ayudado a conciliar el sueño en pocos minutos y a dormir más plácidamente.
Si bien eso es siempre positivo, debido a que el sueño por la noche es la fábrica del día (dormir bien proporciona una buena jornada), la meditación no debería dar sueño. Al meditar la mente debe estar atenta, despierta, dejando fluir pensamientos, pero siempre en modo activo. La meditación es una acción.
Para que entiendas de qué va la meditación que puede ayudarte a encontrar la paz, ordenar tus pensamientos y sentir un mayor bienestar físico y psíquico, es preciso que conozcas la diferencia entre la meditación dinámica y la meditación pasiva. Para algunos esta diferencia es sutil, pero para nosotros es fundamental para que comprendas, de una vez y para siempre, qué tipo de meditación te brinda mayores beneficios.
En primer lugar, la meditación pasiva o estática es la que requiere de un estado de concentración determinado (en silencio, en un espacio especialmente pensado para ello, con velas, incienso o perfumes y música) y de una postura especial (la persona se suele tumbar o sentar con el pompis apoyado en un zafu, que es una especie de almohadón). En busca de la conexión con lo superior, se procura acallar la mente y «dejar pasar» los pensamientos.
Qué son la meditación dinámica y la meditación pasiva
Es importante destacar que el cliché de la persona que alcanza el estado zen de meditar con la «mente en blanco» es una pretensión absurda; en la práctica es una misión imposible. Para focalizar los pensamientos en el tiempo presente, se respira profunda y conscientemente de forma abdominal (inflando la panza). Un monitor experto o una voz grabada suele guiar determinados movimientos o provocar ciertas escenas mentales (a modo de «imagina que estás en una playa desierta…»). Así se logra la circulación de buena energía que hace bien al cuerpo y a la psiquis.
Muchos maestros yoguis recomiendan dominar este tipo de meditación antes de incursionar en un tipo de meditación dinámica o activa. ¿El motivo? Se supone que una vez que se logra silenciar la mente (controlar o, más bien, gestionar las emociones) y disciplinar el cuerpo, es posible meditar de un modo más libre o no tan guiado.
La meditación dinámica o activa, en cambio, es una meditación que se realiza en cualquier momento y lugar. Es una meditación en movimiento, creación del místico Osho (1931-1990). Es la mejor adaptación de las prácticas meditativas budistas al Mundo Occidental.
Osho, justamente, rompió con el mito de que para meditar hay que estarse en silencio, en estado de quietud o de relajación total. Él planteaba que al hombre moderno esa idea de la meditación solo le generaba ansiedad y estrés. Al contrario de sus antecesores, él aseguraba que el estado meditativo podía alcanzarse en movimiento y a través de la acción. Por ello Osho fue un innovador y uno de los personajes más visionarios del siglo XX.
La respiración ocupa un rol protagónico dentro de la llamada meditación dinámica. Se supone que quien controla su respiración es capaz de controlar su mente y sus pensamientos. Una persona puede conectar con su respiración y hacerla consciente, tan solo concentrándose en cada inspiración y exhalación. El solo hecho de prestar la debida atención a la respiración contribuye a aquietar la mente y provocar un fabuloso estado de relajación. Para ello no es necesario estarse quieto o sentado. Se puede atender a la respiración mientras se trabaja, se estudia o se toma una ducha. Parece muy simple, pero no lo es: requiere de cierta disciplina y entrenamiento.
Una vez que se domina la respiración, es posible practicar los diversos tipos de meditaciones activas existentes. Osho distinguió algunos: la meditación dinámica propiamente dicha (es pura energía y por ello se recomienda practicarla a primera hora de la mañana), la meditación kundalini (combina música, cantos y movimientos corporales para descargar tensiones; se sugiere su práctica a última hora de la jornada), la nataraj (se basa en la danzaterapia), la nadabrahma (o meditación del zumbido, con origen en el Tíbet), chackra breathing (combina respiración y movimiento en dosis justas), la devavani (con una guía en lenguaje desconocido en la voz de un meditador o monitor) y la meditación de la risa (que prioriza la alegría por sobre cualquier estado), entre otras.
Como verás, la meditación dinámica es la meditación incorporada a la vida diaria. Es la que hace posible que una persona medite mientras trabaja, cuida a los niños, camina por la calle o se cepilla los dientes. Practícala y disfruta de sus beneficios.
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