Seguramente hayas oído hablar del tantra o tantrismo y lo asocies a ciertas técnicas amatorias ancestrales. Lo que deberías saber es que es mucho más que eso. Tiene íntima relación con la llamada sexualidad sagrada entendiendo por sexualidad a la energía vital que permite al hombre y a la mujer unidos cocrear algo nuevo y trascendenter lo meramente carnal.
Pero, ¿qué es realmente la sexualidad sagrada? Te lo contamos.
Sexualidad sagrada: ni tabú ni pecado
Cuando se habla de sexo todavía vienen a la mente los temas tabúes y los prejuicios. Se debe a que en la tradición judeo-cristiana, erróneamente la sexualidad se ha vinculado desde siempre al pecado y al libertinaje. Sin embargo, en la mayoria de las culturas orientales incluye genitalidad (lo meramente carnal o corporal) y espiritualidad (alma) en iguales dosis. No es más importante el cuerpo que el espíritu ni al revés.
La sexualidad sagrada justamente une a dos energías individuales para gozar al máximo y en tándem. De esta manera, el acto sexual se convierte en una experiencia única y maravillosa, enriquecedora para ambos miembros de la pareja. La luz de cada uno llega a brillar en todo su esplendor cuando el sexo no es competitivo ni busca únicamente el placer fugaz.
De este modo, la sexualidad se transforma en meditación. En un momento de intimidad y de conexión total con lo trascendente; con esa energía superior que nos precede. Si meditas media hora antes del encuentro con tu pareja, notarás cómo los problemas, las preocupaciones y los «ruidos» externos e internos desaparecen de tu mente. Los pensamientos negativos se esfuman y dejan espacio para que el sentir lo inunde todo.
Si logras encontrarte con tu amor sin interferencias, notarás que el sexo se vuelve más espontáneo y placentero. Sin apuro, sin expectativas, sin esperar tal o cual resultado, sin premeditar movimientos… Dejar que todo fluya es la clave. Dejarse llevar es lo mejor que puedes hacer para liberar cuerpo y mente y vivir el momento presente. Momento a momento, minuto a minuto, beso a beso… Así es la sexualidad sagrada; es casi una experiencia religiosa que te conecta con la divinidad y te convierte en un ser divino. En un ser de luz recargando su energía y compartiéndola con un gran amor.
Otro consejo a la hora de gozar al máximo de tus encuentros sexuales es visualizar mentalmente, durante el acto sexual, tus zonas íntimas. Con los ojos cerrados intenta imaginar que tus genitales y los de tu pareja arden, están prendidos fuego e iluminan todo el espacio. Es una manera de asimilar y aceptar que eres luz y que la propagas (lo mismo tu compañero o compañera).
Se trata, además, de una técnica muy efectiva para comenzar a asociar tu sexualidad a algo luminoso y transparente y ya no pecaminoso o prohibido, como quizá te han hecho creer en la infancia. Si lo logras, tu actitud frente a la sexualidad se modificará por completo y ello contribuirá que goces más intensamente.
Conectar las almas a través de los cuerpos
Cuando comprendes los principios de la sexualidad sagrada comienzas a vivir una nueva sexualidad; más ligada a lo espiritual y menos «gimnástica». Vives el sexo a corazón abierto y con plenitud. Se debe a que lo carnal sirve, en este contexto, para unir a dos almas que se funden en abrazos, besos, caricias y practican el sexo en su estado más puro. Es realmente hacer el amor con emoción y buenos sentimientos.
Además, cuando vives la sexualidad de esta forma, descubres a un nuevo ser dentro de ti y otra versión de tu pareja. Se debe a que la sexualidad sagrada hace aflorar la esencia de cada miembro de la pareja. Así cada uno es capaz de disfrutar a su modo y a su ritmo de ese movimiento energético en el que se transforma el sexo, ya no tan mecanizado sino armonioso y conectado con la emoción al cien por cien.
Con toda esta información sobre la sexualidad sagrada en tu haber, seguramente tus ideas o preconceptos sobre el sexo y la sexualidad humana hayan cambiado notablemente. No es para menos: cuando descubres que la energía sexual mueve al mundo y puede enriquecer tu vida y, en particular, cada día de tu semana y cada hora de tus días, no vuelves a ser el mismo.
De seguro en adelante cada encuentro íntimo adquirirá una connotación espiritual para ti. Pronto notarás cómo tu vida sexual se enriquece y la satisfacción se multiplica. Porque cuando relajas el corazón todo lo demás se da por añadidura. Lo comprobarás en cuerpo y alma. ¡A por ello!